DIA 2
¡Hola a
tod*s!
Bien, pues hoy, día 2 que ando por aquí, me gustaría
compartir una comida de cabeza que tengo desde que leí este artículo:
Brutal, por otro lado. Es magnífico que la gente, las
mujeres concretamente, vayamos abriendo la boca sobre temas tabúes como el
embarazo…
Sí, es un tema tabú. Si no estás feliz no eres una buena
embarazada, y por tanto, no serás una buena madre. Y dan igual las nauseas, los
mareos, el cansancio, el dolor de espalda y las subidas y bajadas hormonales.
TIENES QUE SER FELIZ PORQUE VAS A PARIR. Y punto.
A ver, que sí, que lo habéis acertado. Estoy en ello. Y
tengo una niña que ya casi llega a su primera década de vida, así que no es la
primera vez que estoy en este estado.
Y los más avispados se preguntarán (Si es que no han pasado
por ello ya): Y si es tan terrible ¿Por qué pasar por esa situación dos veces?
Pues porque a pesar de todo es hermoso. Sí, cuando más o
menos puedes mantener a la criatura, darle una vida más o menos digna (En
principio, que en esta España que nos ha tocado vivir cada vez hay menos cosas
seguras) y los números (Y las fuerzas)
te cuadran para cuatro o cinco años vista… En principio, siempre en principio y
en teoría. Porque luego ya se verá.
Si no se puede asegurar la vida digna del que viene, mejor
que no venga, no sé si me explico.
Pero no quiero meterme demasiado en ese tema “embarazo”, que
a fin de cuentas ya han hablado de él en ese magnífico post que he
linkeado, lo que me gustaría ahora es
centrarme en otro aspecto de este tema, en algo que estuve pensando a raíz de
leer ese artículo y de pararme a ver mi propia vida, la de la gente que me
rodea y los comentarios que se hacen al respecto (Sí, parece que cuando estás
embarazada es pecado hablar de otra cosa que no sean bebés y todo lo que
conlleva, así que decidí sacarle provecho).
Y esa observación me llevó a una figura igual de importante
que nosotras, según lo que yo opino… El padre de la criatura.
Nooo, no me voy a meter con los chicos… Al menos de momento.
Es simplemente que no es justo.
Me explico:
¿Por qué ellos sólo tienen 15 días de permiso para estar con
el niño recién nacido?
¿Por qué no se espera de ellos que dejen su puesto de
trabajo cuando el bebé (o niño, o adulto joven menor de edad) se pone enfermo?
Es más… ¿Por qué no se espera de ellos que dejen el trabajo
y se queden en casa a cuidar del bebé durante tres o cuatro años, sin hacer
nada más que cambiar pañales y fregar platos?
No me extraña que a las únicas que nos dé la depresión
postparto sea a nosotras… No sólo no se nos compensa por estos nueve meses de
molestias, dolores y pesadez, por esa descomposición de cuerpo al verse
obligados los órganos a moverse para dejar espacio, o incluso por esas
dolorosas horas de dilatación y parto (Siendo justos, debo reconocer que también hay una parte muy chula cuando notas que algo se
mueve por ahí dentro), sino que parece que se nos castiga… Y a ellos, a los
papás, también, no dejándoles participar más en la crianza del recién llegado.
No voy a entrar en explicar cómo se nos castiga a las
mujeres, porque seguro que ya lo sabéis, de eso sí se ha hablado, y mucho. En
resumen, muchas menos oportunidades laborales (Menos todavía), una reducción
drástica del tiempo para una misma (Y no me refiero a maquillarse e ir al
gimnasio, que también, sino a seguir siendo la que se era, en mi caso, leer,
escribir, estudiar, pensar, mantener una conversación inteligente que vaya más
allá de bebés, niños, colegios, notas y ropa), una condena a quedarse en casa
cuidando de la familia, al menos durante un tiempo… Vamos, lo de siempre.
Quiero centrarme en los padres. Porque estoy segura (O
quiero estarlo) que los padres de hoy en día, mis contemporáneos, los chicos
entre 25 y 40 años, están deseando participar más en todo este proceso, no
tanto del embarazo, que lo notan más lejano (Normal, a ellos no les crece nada
dentro de su cuerpo, es lógico que no lleguen a entenderlo), sino de lo que
supone criar a un niño que ya está aquí.
Estar sin dormir meses, hasta que empieza a tomar papilla
(Los llantos nocturnos son menores desde ese momento, y no es extraño, pobres,
llega un momento en que eso de alimentarse de leche se tiene que hacer muy
cuesta arriba), estar en casa el suficiente tiempo como para ver cómo gatea, o
camina, o las dos cosas, por primera vez. .. En fin, que lo dejo aquí porque
tampoco me quiero poner ñoña, pero sí, los padres se pierden muchas cosas, no
sólo porque no se espera de ellos que les importe, sino porque no se les permite
que les importe.
¿De verdad no hay una fórmula para descargar a unas y
responsabilizar a los otros? ¿De verdad la balanza tiene que estar tan
desequilibrada?
En fin, como ya sabéis un poco más de mi vida, con ese poco
más os habréis dado cuenta de que no tengo todo el día para estar aquí de cara
al pc escribiendo… Así que lo dejamos por hoy, con esa magnífica pregunta (Y no
porque sea mía, que conste) y nos veremos el día 3, sea cuando sea.
Adeu!